E. Hernández
Ha
sido uno de los actos más esperados desde que dio comienzo la Cuaresma. El Vía Crucis
extraordinario que tiene como telón de fondo la conmemoración del 50
Aniversario de la Parroquia del Sagrado Corazón y Año Jubilar, contó con una
amplia asistencia de devotos que llenaron las calles cercanas a la parroquia por
las que discurrió el cortejo: Calles del Barrio de la Punta, Ulpiano, del Mar,
Ramon y Cajal, Zoa hasta la parroquia.
Fue algo más que un Vía Crucis, más que un rezo inspirador y profundo que ofrecía el párroco D. Aurelio Ferradiz y los fieles de la parroquia. La mímesis imágenes/fieles convergían hasta tal punto de humanidad que todo parecía un sacrificio antiguo, un recorrido por el dolor hasta el Calvario, sin más mesa de altar que unas andas a merced del frío de una noche de marzo. Los fieles entregaron a Torrevieja un Vía Crucis que desbordó espiritualidad y respeto. Y la ciudad correspondió.
En
el Año Jubilar que celebra la parroquia del Sagrado Corazón, la extraordinaria
devoción en el Vía Crucis, se vivió como si el “rigor mortis” de Cristo tensara
los aires y nuestros ojos, como si el Sepulcro se alejase cada vez más y más de
nuestro rito. Y de manera extraordinaria Cristo mismo decididamente muerto,
definitivamente eterno, cruzó ante nosotros en esta noche de marzo.
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